SANTUARIO SANTA FAUSTINA - TRANSMISIÓN ON-LINE

sábado, 11 de enero de 2020

CEREMONIA DE LA CANONIZACIÓN DE SANTA FAUSTINA



Ceremonia de la Canonización

Santa Faustina describió la solemnidad de canonización en su „Diario”, muchos años antes de que ese acontecimiento ocurriera. El 23 de marzo de 1937 tuvo una visión en la que vio cómo aquella ceremonia tenía lugar de forma simultánea en Roma y Cracovia, aunque desconocía completamente los inventos de la televisión o de las telecomunicaciones (Tele-puente, NT1). Gracias a las invenciones técnicas de la civilización, los participantes en la celebración de la canonización que tuvo lugar el 30 de abril del año 2000, pudieron seguirla, independientemente de si estaban en Roma o en Cracovia, pudieron compartir juntos aquella vivencia. Se cumplía así aquella visión profética que había tenido Sor Faustina referente a la ceremonia de canonización en Roma y en Cracovia, y también la profecía sobre el establecimiento de la fiesta de la Divina Misericordia en toda la Iglesia. Así es como ella misma lo describe en su Diario: Súbitamente me inundó la presencia de Dios y de inmediato me vi en Roma, en la capilla del Santo Padre, pero a la vez estaba en nuestra capilla, y la solemnidad del Santo Padre y de toda la Iglesia estaba estrechamente unida a nuestra capilla, y de manera especial a nuestra Congregación; y participé al mismo tiempo en la solemnidad de Roma y la de aquí. Esta solemnidad estaba tan estrechamente unida a Roma que, aunque escribo, no alcanzo a distinguir [la diferencia entre una y otra], pero fue así como lo vi. Vi al Señor Jesús expuesto en la custodia en el altar mayor, en nuestra capilla. La capilla estaba adornada solemnemente y aquel día podían entrar en ella todos, cualquiera que quisiera. Hubo tanto gentío que yo no lograba abarcarlo con la vista. Todos participaban en esa solemnidad con gran alegría y muchos recibieron lo que había deseado. La misma solemnidad tenía lugar en Roma, en un bello templo y el Santo Padre con todo el clero celebraba esta solemnidad. Y de repente vi a San Pedro que se puso entre el altar y el Santo Padre. ¿Qué decía San Pedro? No pude escucharlo, pero vi que el Santo Padre comprendía sus palabras… (…) De súbito vi que de la Santa Hostia salieron los dos rayos que están pintados en la imagen y se esparcieron sobre el mundo entero. Eso sucedió en un solo momento, pero fue como si hubiera durado un día entero y nuestra capilla estuvo repleta de gente durante todo el día y todo ese día fue pleno de gozo.

Y de pronto vi al Señor Jesús vivo en nuestro altar tal y como está pintado en la imagen. Sin embargo, sentía que las hermanas y toda la gente no veían a Jesús así como lo veía yo. Jesús miró con gran bondad y alegría al Santo Padre, y a ciertos sacerdotes, y a todo el clero, y al pueblo y a nuestra Congregación.

De repente fui raptada a la cercanía de Jesús y me presenté en el altar junto a Jesús y mi espíritu fue llenado de una felicidad tan grande que no puedo ni comprender ni describir. Un abismo de serenidad y de descanso inundó mi alma. Jesús se inclinó hacia mí y me dijo amablemente: ¿Qué deseas, hija Mía? Y contesté: Deseo la gloria y el culto de Tu misericordia. El culto ya lo recibo con la institución y la celebración de esta Fiesta; ¿Qué deseas más? Y miré esta gran muchedumbre que veneraba la Divina Misericordia y dije al Señor: Jesús, bendice a todos los que están reunidos para rendirte honor a Tu misericordia infinita. Jesús trazó con la mano la señal de la santa cruz; la bendición se reflejó en las almas con un relámpago de luz. Mi espíritu se sumergió en su amor, sentí como si me disolviera en Dios y desapareciera en Él. Cuando volví en mí, una profunda paz inundaba mi alma y le fue concedido a mi mente comprender de manera milagrosa muchas cosas que antes habían sido incomprensibles para mí.

Santa Faustina describió la solemnidad de canonización en su „Diario”, muchos años antes de que ese acontecimiento ocurriera. El 23 de marzo de 1937 tuvo una visión en la que vio cómo aquella ceremonia tenía lugar de forma simultánea en Roma y Cracovia, aunque desconocía completamente los inventos de la televisión o de las telecomunicaciones (Tele-puente, NT1). Gracias a las invenciones técnicas de la civilización, los participantes en la celebración de la canonización que tuvo lugar el 30 de abril del año 2000, pudieron seguirla, independientemente de si estaban en Roma o en Cracovia, pudieron compartir juntos aquella vivencia. Se cumplía así aquella visión profética que había tenido Sor Faustina referente a la ceremonia de canonización en Roma y en Cracovia, y también la profecía sobre el establecimiento de la fiesta de la Divina Misericordia en toda la Iglesia. Así es como ella misma lo describe en su Diario: Súbitamente me inundó la presencia de Dios y de inmediato me vi en Roma, en la capilla del Santo Padre, pero a la vez estaba en nuestra capilla, y la solemnidad del Santo Padre y de toda la Iglesia estaba estrechamente unida a nuestra capilla, y de manera especial a nuestra Congregación; y participé al mismo tiempo en la solemnidad de Roma y la de aquí. Esta solemnidad estaba tan estrechamente unida a Roma que, aunque escribo, no alcanzo a distinguir [la diferencia entre una y otra], pero fue así como lo vi. Vi al Señor Jesús expuesto en la custodia en el altar mayor, en nuestra capilla. La capilla estaba adornada solemnemente y aquel día podían entrar en ella todos, cualquiera que quisiera. Hubo tanto gentío que yo no lograba abarcarlo con la vista. Todos participaban en esa solemnidad con gran alegría y muchos recibieron lo que había deseado. La misma solemnidad tenía lugar en Roma, en un bello templo y el Santo Padre con todo el clero celebraba esta solemnidad. Y de repente vi a San Pedro que se puso entre el altar y el Santo Padre. ¿Qué decía San Pedro? No pude escucharlo, pero vi que el Santo Padre comprendía sus palabras… (…) De súbito vi que de la Santa Hostia salieron los dos rayos que están pintados en la imagen y se esparcieron sobre el mundo entero. Eso sucedió en un solo momento, pero fue como si hubiera durado un día entero y nuestra capilla estuvo repleta de gente durante todo el día y todo ese día fue pleno de gozo.

Y de pronto vi al Señor Jesús vivo en nuestro altar tal y como está pintado en la imagen. Sin embargo, sentía que las hermanas y toda la gente no veían a Jesús así como lo veía yo. Jesús miró con gran bondad y alegría al Santo Padre, y a ciertos sacerdotes, y a todo el clero, y al pueblo y a nuestra Congregación.

De repente fui raptada a la cercanía de Jesús y me presenté en el altar junto a Jesús y mi espíritu fue llenado de una felicidad tan grande que no puedo ni comprender ni describir. Un abismo de serenidad y de descanso inundó mi alma. Jesús se inclinó hacia mí y me dijo amablemente: ¿Qué deseas, hija Mía? Y contesté: Deseo la gloria y el culto de Tu misericordia. El culto ya lo recibo con la institución y la celebración de esta Fiesta; ¿Qué deseas más? Y miré esta gran muchedumbre que veneraba la Divina Misericordia y dije al Señor: Jesús, bendice a todos los que están reunidos para rendirte honor a Tu misericordia infinita. Jesús trazó con la mano la señal de la santa cruz; la bendición se reflejó en las almas con un relámpago de luz. Mi espíritu se sumergió en su amor, sentí como si me disolviera en Dios y desapareciera en Él. Cuando volví en mí, una profunda paz inundaba mi alma y le fue concedido a mi mente comprender de manera milagrosa muchas cosas que antes habían sido incomprensibles para mí.

Se había cumplido pues la profecía de Santa Faustina referente a su canonización. Ella había dejado escrito que la canonización tendría lugar de forma simultánea en Roma con el Santo Padre y en Cracovia, en el convento de Cracovia-Lagiewniki. Fue una celebración para toda la Iglesia, en la que ella participó, y donde la multitud era tan numerosa que ella no lograba abarcarlo con la vista. Esta profecía se cumplió, no sólo en términos de un sentido de comunión espiritual entre los peregrinos congregados en la plaza de San Pedro de Roma y los presentes en el santuario de Cracovia-Lagiewniki, sino también en el sentido literal, gracias a la conectividad con transmisión vía tele-puente. Los que lo siguieron desde el santuario de Lagiewniki pudieron ver y oír las imágenes y el sonido de lo que ocurría en la Plaza de San Pedro, lo que permitió a los peregrinos la participación en vivo en la ceremonia de canonización, usando el librito impreso para esta ocasión con los textos de las oraciones, cantos y los comentario oportunos.



El momento de la proclamación de Sor Faustina como nueva santa de la Iglesia fue recibido con gran entusiasmo. En el Santuario de Cracovia, una gran multitud de peregrinos venidos de toda Polonia y de muchos países expresaron su alegría y agradecimiento con una gran ovación de aplausos y cantando. En el relicario de Santa Faustina se puso la inscripción: SANTA. Aquel día se tenía que hacer una larga cola para poder entrar en la capilla y orar ante la imagen milagrosa de Jesús Misericordioso y las reliquias de Santa Faustina. El servicio de orden no permitía a la gente quedarse en frente de la imagen demasiado tiempo, para que los que todavía esperaban fuera de la capilla tuvieran también la oportunidad de entrar y por lo menos pudieran mirar a la imagen de Jesús Misericordioso y venerar las reliquias de santa Faustina, aquella larga espera llena de intensa oración, pero al gozo por la canonización de Santa Faustina se unió otra gran alegría, que fue el anuncio de la Fiesta de la Divina Misericordia para toda la Iglesia. Juan Pablo II se refirió a ello, en su homilía, y los peregrinos reunidos en Roma y en Cracovia respondieron con una enorme ovación de aplausos. ¡Habían estado rezando por ello tantos años! Y ahora, justamente en el año del Jubileo, aquel deseo del Señor Jesús se veía cumplido. Desde aquel año toda la Iglesia celebra la Fiesta de la Divina Misericordia el primer domingo después de Pascua. Los participantes en la celebración de la Solemnidad de la canonización, reunidos en el Santuario de la Divina Misericordia en Cracovia, pudieron participar de la ceremonia en vivo, tal como si hubieran participado directamente en Roma; tuvieron la impresión real de haber estado tomando parte activa en la ceremonia, presidida por el Santo Padre, puesto que fueron obstáculo alguno factores como el espacio, la distancia, el lugar o el tiempo que hacía. Ni siquiera sintieron el cansancio, a pesar de haber pasado largas horas bajo el calor aplastante del sol, porque la alegría por los dones recibidos era mayor que la debilidad humana.

Después de rezar junto al Santo Padre el Regina Coeli y de que el arzobispo de Cracovia Kazimierz Nycz impartiera su bendición, éste dio las gracias al Santo Padre por el don de la canonización de Santa Faustina, y por establecer la fiesta de la Divina Misericordia para toda la Iglesia; también agradeció la bendición que el Santo Padre había impartido para iniciar la ampliación del Santuario de la Divina Misericordia, y los peregrinos se unieron a estas palabras de agradecimiento cantado el canto: Kraków kocha Cię, Kraków pozdrawia Cię, Kraków dziękuje Ci – potem: Polska kocha Cię, Polska pozdrawia Cię, Polska dziękuje (Cracovia te ama, Cracovia, Cracovia te saluda, te agradece; luego cantaron la segundo estrofa:: „Polonia te ama, Polonia te saluda, Polonia te agradece). El Santo Padre se emocionó visiblemente, y dijo a los peregrinos congregados en Lagiewniki: La Providencia divina ha unido la vida de santa Faustina con las ciudades de Varsovia, Plock, Vilna y Cracovia. Hoy menciono estas ciudades, de las que la nueva santa es patrona, invitando a sus habitantes a una solicitud particular por el apostolado de la Misericordia divina. Estas palabras del Santo Padre provocaron una nueva ovación de aplausos, y también los peregrinos en la plaza de San Pedro se unieron al canto del Alleluja.

Justo después de la solemnidad de la canonización empezó la Santa Misa de Acción de Gracias con la participación de más de 140 sacerdotes, encabezados por el obispo Kazimierz Nycz. La liturgia de las Misas de canonización, presididas por los obispos de Cracovia, se prolongaron hasta última hora de la tarde, y en ellas concelebraron muchos sacerdotes diocesanos y religiosos.

Los peregrinos que vinieron al Santuario de Cracovia-Lagiewniki fueron más de 150 000 peregrinos polacos de todas partes, y de otros muchos países, entre otros: la República Checa, Eslovaquia, Ucrania, Alemania, Liechtenstein, los Estados Unidos y Filipinas. Les asistieron durante todo el día más de 200 sacerdotes, seminaristas franciscanos, jesuitas, capuchinos, padres miguelinos, misioneros de La Salette; también estuvieron al servicio de las celebraciones varias corales (incluidas Organum, y Mariana), más de 100 hermanas de Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia y hermanas de otras congregaciones; también ofrecieron su asistencia las siguientes instituciones: funcionarios de la Compañía Nacional de Ferrocarriles PKP, la policía, la policía municipal, la Compañía de transporte municipal, varios servicios médicos (jóvenes oficiales de Malta, servicios municipales sanitarios y los hermanos de San Juan de Dios); cabe destacar los servicios de orden, en el que también contribuyeron los jóvenes de las escuelas secundarias de Cracovia. En cuanto a los medios de comunicación se refiere, la asistencia fue cubierta por decenas de periodistas y fotógrafos. La Televisión Polaca emitió la ceremonia de canonización íntegra, pero también la oración en la hora de la Misericordia.

Los organizadores y los peregrinos, a pesar del cansancio, irradiaban alegría, porque quizás también se cumplían las palabras proféticas de Sor Faustina cuando escribió en su Diario que, muchos recibieron lo que había deseado.

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1 Tele-puente mediante pantallas gigantes.

s. M. Elżbieta. Siepak ZMBM

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„Orędzie Miłosierdzia”, 35(2000), s. 8-9.

Traducción al español – Xavier Bordas Cornet


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