SANTUARIO SANTA FAUSTINA - TRANSMISIÓN ON-LINE

viernes, 31 de enero de 2020

ORACIÓN A SANTA FAUSTINA DE SAN JUAN PABLO II




ORACIÓN A SANTA FAUSTINA
 DE SAN JUAN PABLO II

Y tú, Faustina, don de Dios a nuestro tiempo, don de la tierra de Polonia a toda la Iglesia, concédenos percibir la profundidad de la misericordia divina, ayúdanos a experimentarla en nuestra vida y a testimoniarla a nuestros hermanos. Que tu mensaje de luz y esperanza se difunda por todo el mundo, mueva a los pecadores a la conversión, elimine las rivalidades y los odios, y abra a los hombres y las naciones a la práctica de la fraternidad. Hoy, nosotros, fijando, juntamente contigo, nuestra mirada en el rostro de Cristo resucitado, hacemos nuestra tu oración de abandono confiado y decimos con firme esperanza:  "Cristo, Jesús, en ti confío”.

Santo Padre Juan Pablo II
Domingo 30 de abril de 2000

martes, 14 de enero de 2020

NOVENA A SANTA FAUSTINA PARA CONOCER EL MISTERIO DE LA DIVINA MISERICORDIA




II.
NOVENA A LA SANTA SOR FAUSTINA
Para conocer el misterio de la Divina Misericordia


Día I
Conocer a Dios

“Estaba reflexionando sobre la Santísima Trinidad. Quería penetrar y conocer necesariamente, quién era Dios… En un instante mi espíritu fue llevado como al otro mundo, vi un resplandor inaccesible y en él como tres fuentes de claridad que no llegaba a comprender. Del mar del resplandor inaccesible, salió nuestro Salvador de una belleza inconcebible, con las llagas resplandecientes. Y de aquel resplandor se oyó la voz: “Quién es Dios en su esencia, nadie lo sabrá, ni una mente angélica ni humana. Trata de conocer a Dios a través de meditar sus atributos (comparar Diario 30). El Señor me dio mucha luz para que conociera sus atributos. El primer atributo que el Señor me dio a conocer, fue su Santidad, el segundo fue su Justicia que llega hasta el fondo de la esencia de las cosas y el tercero fue el Amor y la Misericordia. Y entendí que el mayor atributo es el Amor y la Misericordia. El une la criatura al Creador (comparar Diario 180).

Santa Faustina, alcánzame la gracia de penetrar cada vez más profundamente en el misterio de la Divina Misericordia y de contemplarlo en lo cotidiano para que mi vida sea un vivo reflejo de este mayor atributo de Dios.


Día II
La Divina Misericordia en la creación de los ángeles

“Oh Dios, que eres la felicidad en ti mismo y para esta felicidad no necesitas a ninguna criatura, ya que eres en ti mismo la plenitud del amor, pero por tu insondable misericordia llamas a las criaturas a la existencia y las haces partícipes de tu felicidad eterna. En tu insondable misericordia has creado los espíritus angélicos y los has admitido a tu amor, a tu familiaridad divina. Los has hecho capaces de amar eternamente; aunque los has colmado, oh Señor, tan generosamente del resplandor de belleza y de amor, no obstante no ha disminuido nada tu plenitud, oh Dios, ni tampoco su belleza y amor te han completado a ti, porque Tú en ti mismo eres todo. Y si los has hecho partícipes de tu felicidad y les permites existir y amarte, es únicamente gracias al abismo de tu misericordia” (Diario 1741).

Santa Faustina, alcánzame la gracia de penetrar cada vez más profundamente en el misterio de la Divina Misericordia y de contemplarlo en lo cotidiano para que mi vida sea un vivo reflejo de este mayor atributo de Dios.


Día III
La Divina Misericordia en la creación del mundo

“Oh Dios, con qué generosidad derramas tu misericordia y todo esto lo haces por el hombre. Oh cuánto amas al hombre si tu amor hacia él es tan activo. Oh Creador mío y Señor, en todas partes veo las huellas de tu mano y el sello de tu misericordia que abraza todo lo que está creado (Diario 1749). Te adoro por todas las obras de tus manos, en las cuales se me revela tanta sabiduría, bondad y misericordia. Oh Señor, has esparcido tanta belleza sobre la tierra y ella me habla de tu belleza” (Diario 1692).

Santa Faustina, alcánzame la gracia de penetrar cada vez más profundamente en el misterio de la Divina Misericordia y de contemplarlo en lo cotidiano para que mi vida sea un vivo reflejo de este mayor atributo de Dios.


Día IV
La Divina Misericordia en la creación del hombre

“Oh Dios, que por tu misericordia te has dignado llamar de la nada a la existencia al género humano colmándolo generosamente de la naturaleza y de la gracia. Pero para tu bondad eso no [ha sido] suficiente. Tú, oh Señor, en tu misericordia nos das la vida eterna. Nos admites a tu felicidad eterna y nos haces partícipes de tu vida íntima y lo haces únicamente por tu misericordia. Nos concedes tu gracia únicamente porque eres bueno y lleno de amor. No éramos nada necesarios para tu felicidad, pero Tú, Señor, quieres compartir con nosotros tu propia felicidad” (Diario 1743).

Santa Faustina, alcánzame la gracia de penetrar cada vez más profundamente en el misterio de la Divina Misericordia y de contemplarlo en lo cotidiano para que mi vida sea un vivo reflejo de este mayor atributo de Dios.


Día V
La Divina Misericordia en el misterio de la Encarnación

“Oh Dios, que no has exterminado al hombre después de la caída, sino que en tu misericordia lo has perdonado como Dios, es decir, no sólo le has perdonado la culpa, sino que le has colmado de toda gracia. La mise- ricordia te ha empujado a dignarte descender hacia nosotros y levantarnos de nuestra miseria. (…) Y se hace el inconcebible milagro de tu misericordia, oh Señor. El Verbo se hace Carne, Dios habita entre nosotros, el Verbo de Dios, la Misericordia Encarnada. Nos has elevado a tu divinidad a través de tu humillación; es el exceso de tu amor, es el abismo de tu misericordia. Los cielos se asombran de este exceso de tu amor, ahora nadie tiene miedo de acercarse a ti. Tú eres Dios de la misericordia, tienes piedad de la miseria, eres nuestro Dios y nosotros tu pueblo. Tú eres nuestro padre y nosotros por tu gracia somos tus hijos. Sea glorificada tu misericordia por haberte dignado descender a nosotros (Diario 1745).

Santa Faustina, alcánzame la gracia de penetrar cada vez más profundamente en el misterio de la Divina Misericordia y de contemplarlo en lo cotidiano para que mi vida sea un vivo reflejo de este mayor atributo de Dios.


Día VI
La Divina Misericordia en la obra de la Redención

“Oh Dios que con una sola palabra habrías podido salvar miles de mundos, un suspiro de Jesús habría satisfecho tu justicia. Pero Tú, oh Jesús, te entregaste por nosotros a tan asombrosa pasión únicamente por amor. La justicia de tu Padre habría sido expiada con un solo suspiro tuyo y todos tus anonadamientos son exclusivamente actos de tu misericordia y tu amor inconcebible. (…) Cuando estabas muriendo en la cruz, en aquel momento nos donaste la vida eterna; al haber permitido abrir tu sacratísimo costado nos abriste una inagotable Fuente de tu Misericordia; nos ofreciste lo más valioso que tenías, es decir, la Sangre y el Agua de tu Corazón. He aquí la omnipotencia de tu misericordia, de ella toda gracia fluye hacia nosotros” (Diario 1747).

Santa Faustina, alcánzame la gracia de penetrar cada vez más profundamente en el misterio de la Divina Misericordia y contemplarlo en lo cotidiano para que mi vida sea un vivo reflejo de este mayor atributo de Dios.


Día VII
La Divina Misericordia en la santa Iglesia

“Tú, oh Señor, partiendo de esta tierra deseaste quedarte con nosotros y te dejaste a ti mismo en el Sacramento del Altar y nos abriste de par en par tu misericordia. No hay miseria que te pueda agotar; llamaste a todos a esta fuente de amor, a este manantial de la piedad divina. Aquí está el trono de tu misericordia, aquí remedio para nuestras enfermedades. Hacia ti, oh Fuente viva de Misericordia, corren todas las almas: unas como ciervos, sedientes de tu amor, otras para lavar la herida de sus pecados; otras todavía, cansadas de la vida, para tomar fuerzas” (Diario 1747).

Santa Faustina, alcánzame la gracia de penetrar cada vez más profundamente en el misterio de la Divina Misericordia y de contemplarlo en lo cotidiano para que mi vida sea un vivo reflejo de este mayor atributo de Dios.


Día VIII
La Misericordia en la unión del hombre con Dios

“Creador y Señor mío, tu bondad me animó a conversar contigo. Tu misericordia hace que desaparezca el abismo que separa al Creador de la criatura. Hablar contigo, oh Señor, es el deleite de mi corazón. En ti encuentro todo lo que mi corazón puede desear. Aquí tu luz ilumina mi mente permitiéndole conocerte a ti cada vez más profundamente. Aquí torrentes de gracias fluyen sobre mi corazón, aquí mi alma obtiene la vida eterna. Oh Creador y Señor mío, además de ofrecerme estos dones, Tú mismo te entregas a mí y te unes íntimamente a tu criatura miserable. Te adoro, oh Creador y Señor, con todo mi corazón y toda mi alma” (comparar Dairio 1692).

Santa Faustina, alcánzame la gracia de penetrar cada vez más profundamente en el misterio de la Divina Misericordia y de contemplarlo en lo cotidiano para que mi vida sea un vivo reflejo de este mayor atributo de Dios.


Día IX
La Divina Misericordia en la vida eterna

“En espíritu estuve en el cielo y vi estas inconcebibles bellezas y la felicidad que nos esperan después de la muerte. Vi cómo todas las criaturas dan incesantemente honor y gloria a Dios; vi lo grande que es la felicidad en Dios que se derrama sobre todas las criaturas, haciéndolas felices. Ahora comprendo a San Pablo que dijo: Ni el ojo vio, ni oído oyó, ni entró al corazón del hombre, lo que Dios preparó para los que le aman. Oh felices las almas que ya aquí en la tierra gozan de sus particulares favores, y éstas son las almas pequeñas y humildes” (Diario 777–778).

Santa Faustina, alcánzame la gracia de penetrar cada vez más profundamente en el misterio de la Divina Misericordia y de contemplarlo en lo cotidiano para que mi vida sea un vivo reflejo de este mayor atributo de Dios.



NOVENA A SANTA FAUSTINA I.




I. NOVENA A LA SANTA SOR FAUSTINA

DÍA I
El conocimiento del misterio de la Divina Misericordia

Jesús: “Su vida debe modelarse sobre mí, desde el pesebre hasta la muerte en la cruz. Penetra en mis secretos y conocerás el abismo de mi misericordia para con las criaturas y mi bondad insondable, y harás conocer ésta a todo el mundo” (Dia- rio 438). 
Sor Faustina: “Oh Dios, cuánto deseo que las almas te conozcan, que sepan que las creaste por tu amor inconcebible; oh Creador y Señor, siento que descorreré las cortinas del cielo para que la tierra no dude de tu bondad” (Diario 483).

Santa Faustina, alcánzame la gracia de penetrar cada vez más profundamente en el misterio de la Divina Misericordia en la obra de la creación, salvación y gloria, para que, como tú, lo dé a conocer al mundo.


DÍA II
La contemplación de la Misericordia en lo cotidiano

Jesús: “Cuando contemplas en el fondo de tu corazón lo que te digo, sacas un provecho mucho mayor que si leyeras muchos libros. Oh, si las almas quisieran escuchar mi voz cuando les hablo en el fondo de sus corazones, en poco tiempo llegarían a la cumbre de la santidad” (Diario 584).
Sor Faustina: “No busco la felicidad fuera de mi interior donde mora Dios. Gozo de Dios en mi interior, aquí vivo continuamente con Él, aquí existe mi relación más íntima con Él, aquí vivo con Él segura, aquí no llega la mirada humana. La Santísima Virgen me anima a relacionarme así con Él” (Diario 454).

Santa Faustina, enséñame a estar con el Señor en mi propia alma, a escuchar su voz y vivir con Él cada momento de mi vida. Alcánzame la gracia de contemplar la Misericordia en lo cotidiano.


DÍA III
La actitud de confianza ante Dios

Jesús: “Hija mía, si por medio de ti exijo de los hombres el culto a mi misericordia, tú debes ser la primera en distinguirte por la confianza en mi misericordia” (Diario 742). “Te aseguro un ingreso fijo del cual vivirás. Tu empeño debe ser la total confianza en mi bondad, el mío, darte todo lo que necesites. Me hago dependiente de tu confianza; si tu confianza es grande mi generosidad no conocerá límites” (Diario 548).
Sor Faustina: “Oh Dios único en la Santísima Trinidad, deseo amarte como hasta ahora ninguna alma humana te ha amado; y aunque soy particularmente mísera y pequeñita, no obstante arrojé muy profundamente el ancla de mi confianza en el abismo de tu misericordia, oh Dios y Creador mío. A pesar de mi gran miseria no tengo miedo de nada, sino que espero cantar eternamente el himno de la gloria” (Diario 283).

Alcánzame, Santa Faustina, la gracia de confianza del niño para que siempre y en todo cumpla fielmente la voluntad de Dios que para nosotros es la misericordia misma.


DÍA IV
La actitud de misericordia ante los prójimos

Jesús: Hija mía, (…) exijo de ti obras de misericordia que deben surgir del amor hacia mí. Debes mostrar misericordia al prójimo siempre y en todas partes. No puedes dejar de hacerlo ni excusarte ni justificarte. Te doy tres formas de ejercer misericordia al prójimo: la primera – la acción, la segunda – la palabra, la tercera – la oración. En estas tres formas está contenida la plenitud de la misericordia y es el testimonio irrefutable del amor hacia mí. De este modo el alma alaba y adora mi misericordia” (Diario 742).
Sor Faustina: “Jesús mío, penétrame toda para que pueda reflejarte en toda mi vida. Divinízame de modo que mis acciones tengan el valor sobrenatural. Haz que tenga para cada alma, sin excepción, amor, compasión y misericordia. Oh Jesús mío, cada uno de tus santos refleja en sí una de tus virtudes, yo deseo reflejar tu Corazón compasivo y lleno de misericordia, deseo glorificarlo. Que tu misericordia, oh Jesús, quede impresa sobre mi corazón y mi alma como un sello y éste será mi signo distintivo en esta vida y en la otra” (Diario 1242).

Santa Faustina, intercede por mí ante el Señor para que también mi vida se transforme en misericordia ejercida al prójimo con la acción, la palabra y la oración. Que mis ojos, oídos, labios, manos, pies y corazón sean misericordiosos.


DÍA V
La propagación del mensaje de la Misericordia

Jesús: “En el Antiguo Testamento enviaba a los profetas con truenos a mi pueblo. Hoy te envío a ti a toda la humanidad con mi misericordia. No quiero castigar a la humanidad doliente, sino que deseo sanarla, abrazarla a mi Corazón misericordioso. Hago uso de los castigos cuando me obligan a ello; mi mano resiste a tomar la espada de la justicia. Antes del día de la justicia envío el día de la misericordia” (Diario 1588).
 Sor Faustina: “Oh Dios mío, que te adore todo lo que hay en mí, oh Creador y Señor mío, y con cada latido de mi corazón deseo glorificar tu misericordia insondable. Deseo hablar a las almas de tu bondad e invitarlas a confiar en tu misericordia. Ésta es mi misión que Tú mismo me has confiado en esta y en la vida futura” (Diario 1325).

Siguiendo tu ejemplo, Santa Faustina, deseo propagar en el mundo el mensaje de la Misericordia con mi vida y palabra para que llegue a todas las personas y llene sus corazones de esperanza. Que también en mi vida se cumpla la promesa de Jesús: “A las almas que propagan la devoción a mi misericordia, las protejo durante toda su vida como una madre cariñosa [protege] a su niño recién nacido y a la hora de la muerte no seré para ellas Juez sino Salvador misericordioso” (Diario 1075).


DÍA VI
Para alcanzar la Divina Misericordia para el mundo

Jesús: “Hija mía, he inclinado mi Corazón hacia tus súplicas: tu tarea y empeño aquí en la tierra es implorar la misericordia para el mundo entero (Diario 570). Las plegarias, los ayunos, las mortificaciones, las fatigas y todos los sufrimientos, los unirás a la oración, al ayuno, a la mortificación, a la fatiga, al sufrimiento mío y entonces tendrán valor ante mi Padre (Diario 531). Te nombro dispensadora de mi misericordia” (Diario 570).
 Sor Faustina: “Oh Dios mío, estoy consciente de mi misión en la santa Iglesia. Mi empeño continuo es impetrar la misericordia para el mundo. Me uno estrechamente a Jesús y me presento como víctima que implora por el mundo. Dios no me rehusará nada cuando le suplico con la voz de su Hijo. Mi sacrificio es nada por sí mismo, pero cuando lo uno al sacrificio de Jesús, se hace omnipotente y tiene la fuerza para aplacar la ira divina. Dios nos ama en su Hijo, la dolorosa Pasión del Hijo de Dios es un continuo aplacamiento de la ira de Dios” (Diario 482).

Santa Faustina, contigo quiero suplicar la misericordia para el mundo entero y especialmente para los pobres pecadores, así como para los sacerdotes y las personas consagradas para que llevando una vida santa, conduzcan el pueblo de Dios por los caminos de la salvación.


DIA VII
El amor a la Iglesia – Cuerpo Místico de Cristo

Jesús: “Hija mía, medita sobre la vida divina que se encuentra en la Iglesia para la salvación y la santificación de tu alma. Considera cómo aprovechas estos tesoros de gracias, estos esfuerzos de mi amor” (Diario 1758).
 Sor Faustina: “Jesús, me esfuerzo por la santidad, ya que con ella seré útil a la Iglesia. Hago continuos esfuerzos en las virtudes, procuro imitar fielmente a Jesús y esta serie de actos de virtud cotidianos, silenciosos, ocultos, casi imperceptibles, pero sí cumplidos con gran amor, los pongo en el tesoro de la Iglesia de Dios para el provecho común de las almas. Siento interiormente como si fuera responsable por todas las almas, siento claramente que vivo no solamente para mí, sino [para] toda la Iglesia” (Diario 1503).

Agradecido por los dones de la Divina Misericordia depositados en la santa Iglesia, deseo, como tú – Santa Faustina – aprovecharlos para hacerme santo y así atraer a otras almas a las fuentes de la misericordia Divina.


Día VIII
El encuentro con Jesús en los santos sacramentos

Jesús: “Oh, cuánto me duele que muy rara vez las almas se unan a mí en la Santa Comunión. Espero a las almas y ellas son indiferentes a mí. Las amo con tanta ternura y sinceridad y ellas desconfían de mí. Deseo colmarlas de gracias y ellas no quieren aceptarlas. Me tratan como una cosa muerta, mientras que mi Corazón está lleno de Amor y Misericordia. Para que tú puedas conocer al menos un poco mi dolor, imagina a la más tierna de las madres que ama grandemente a sus hijos, mientras que esos hijos desprecian el amor de la madre. Considera su dolor. Nadie puede consolarla. Ésta es sólo una imagen débil y una tenue semejanza de mi Amor” (Diario 1447).
Sor Faustina: “Jesús, en mi vida hay un secreto más, el más profundo, pero también el más querido para mí, lo eres Tú mismo bajo la especie del pan cuando vienes a mi corazón. Aquí está todo el secreto de mi santidad. Aquí mi corazón unido al tuyo se hace uno, aquí ya no hay ningún secreto, porque todo lo tuyo es mío, y lo mío es tuyo. He aquí la omnipotencia y el milagro de tu misericordia (Diario 1489). Todo lo bueno que hay en mí es gracias a la Santa Comunión, le debo todo. Siento que este sagrado fuego me ha transformado totalmente. Oh, cuánto me alegro de ser tu morada, oh Señor, mi corazón es un templo en que permaneces continuamente” (Diario 1392).

Santa Faustina, alcánzame la gracia de la fe viva para que cada sacramento sea un privilegiado lugar de encuentro con Jesús y la Eucaristía – el núcleo de toda mi vida que transforma mi vida en amor.


Día IX
La devoción a la Madre de Dios

Madre de Dios:    “Su vida debe ser similar a la mía, silenciosa y escondida; deben unirse continuamente a Dios, rogar por la humanidad y preparar al mundo para la segunda venida de Dios” (Diario 625).
Sor Faustina: “Oh dulce Madre de Dios, sobre ti modelo mi vida, tú eres para mí una aurora radiante, admirada me sumerjo toda en ti. Oh Madre, Virgen Inmaculada, en ti se refleja para mí el rayo de Dios. Tú me enseñas cómo amar a Dios entre tormentas, tú eres mi escudo y mi defensa contra el enemigo” (Diario 1232).

Santa Faustina, la más fiel hija de la Madre de la Misericordia, escóndeme debajo de su manto para que me conduzca a Jesús, me enseñe a participar en su vida y su misión de mostrar al mundo la misericordia del Padre Celestial. Deseo – como María – dar a los hombres la Misericordia Encarnada y preparar el mundo para su nueva venida.




OH MARÍA, VIRGEN INMACULADA





OH MARÍA, VIRGEN INMACULADA


Oh María, Virgen Inmaculada,

Puro cristal para mi corazón,
Tú eres mi fuerza, oh ancla poderosa,
Tú eres el escudo y la defensa para el corazón débil.

Oh María, Tú eres pura e incomparable,
Virgen y Madre a la vez,
Tú eres bella como el sol, sin mancha alguna,
Nada se puede comparar con la imagen de Tu alma.

Tu belleza encantó el ojo del tres veces Santo,
Y bajó del cielo, abandonando el trono de la sede eterna,
Y tomó el cuerpo y la sangre de Tu Corazón,
Durante nueve meses escondiéndose en el Corazón de la Virgen.

Oh Madre, Virgen, nadie comprenderá,
Que el inmenso Dios se hace hombre,
Sólo por amor y por su insondable misericordia,
A través de Ti, oh Madre, viviremos con Él eternamente.

Oh María, Virgen Madre y Puerta Celestial,
A través de Ti nos ha llegado la salvación,
Todas las gracias brotan para nosotros
A través de Tus manos,
Y me santificará solamente un fiel seguimiento de Ti.

Oh María, Virgen, Azucena más bella,
Tu Corazón fue el primer tabernáculo para Jesús en la tierra,
Y eso porque Tu humildad fue la más profunda,
Y por eso fuiste elevada por encima de los coros de los ángeles y de los santos.

Oh María, dulce Madre mía,
Te entrego el alma, el cuerpo y mi pobre corazón,
Sé [tú] la custodia de mi vida,
Y especialmente en la hora de la muerte, en el último combate (Diario, 161).



lunes, 13 de enero de 2020

VIACRUCIS DEL DIARIO DE SANTA FAUSTINA



VIACRUCIS DEL DIARIO DE SANTA FAUSTINA


 †

Por la señal, de la Santa Cruz de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración preparatoria:
Señor misericordioso, Maestro mío, deseo seguirte con fidelidad, deseo imitarte en mi vida cada vez más perfectamente, por eso te ruego que a través de la meditación de tu Pasión me concedas la gracia de compren­der cada vez mejor los misterios de la vida espiritual. María, Madre de la Misericordia, siempre fiel a Cristo, guíame por las huellas de la dolorosa Pasión de tu Hijo y alcánzame las gracias necesarias para que este vía crucis sea fecundo en mi corazón.


I ESTACIÓN
Jesús ante el Sanedrín (...)

R. Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Jesús a Santa Faustina: No te extrañes si a veces sospechan de ti injustamente. Yo por amor a ti, fui el primero en beber este cáliz„ de sufrimientos injustos (289). Cuando estaba ante Herodes he obtenido para ti la gra­cia de saber elevarte por encima del desprecio humano, de seguir, fielmente mis pasos (1164).

Santa Faustina: Jesús, somos sensibles a las palabras y queremos responder de inmediato, sin reparar si es la voluntad de Dios que hablemos. El alma silenciosa es fuerte, ninguna contrariedad le hará daño si persevera en el silencio. El alma silen­ciosa es capaz de la más profunda unión con Dios (477).

Jesús misericordioso, ayúdame a que sepa aceptar cada juicio humano y no me dejes pro­nunciar nunca la sentencia de condena contra ti en mis prójimos.



R. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Se reza a continuación un Padrenuestro...


II ESTACIÓN: 
Jesús carga con la cruz (...)

R. Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

 Jesús a Santa Faustina: No tengas miedo de los sufrimientos, Yo estoy contigo, (151 ). Cuanto más ames el sacrificio, tanto más puro será tu amor hacia mí (279).

 Santa Faustina: Oh Jesús, te doy gracias por las pequeñas cruces, por las contrariedades con las que tropiezan mis propósitos, por el peso de la vida comunitaria, por una mala interpretación de mis in­tenciones, por las humillaciones por parte de los demás, por el comportamiento áspero frente a mí, por la salud débil y por el agotamiento de las fuerzas, por repudiar yo mi propia voluntad, por el anonadamiento de mi propio yo, por la falta de reconocimiento en todo, por los impedimentos hechos a todos mis planes (343).

Jesús misericordioso, enséñame apreciar las dificultades de la vida, la enfermedad, cada sufrimiento y con amor llevar esta cruz cotidiana.



R. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Se reza a continuación un Padrenuestro...



III ESTACIÓN: 
Jesús cae bajo el peso de la cruz (...)

R. Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

 Jesús a Santa Faustina: Las culpas involuntarias de las almas no retienen mi amor hacia ellas ni me impiden unirme a ellas; sin embargo las culpas, aunque sean las más pequeñas pero voluntarias frenan mis gracias y a tales almas no las puedo colmar de mis dones (1641).

 Santa Faustina: Oh Jesús mío, soy tan propensa al mal y eso me obliga a vigilarme continuamente, pero nada me desalienta, confío en la gracia de Dios, que abunda donde la miseria es la más grande (606).

 Señor misericordioso. guárdame de cualquier infidelidad, aunque sea la más pequeña. pero vo­luntaria y consciente.



R. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Se reza a continuación un Padrenuestro...


IV ESTACIÓN:
Jesús encuentra a su Madre (...)

R. Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

 Jesús a Santa Faustina: Aunque todas las obras que surgen por mi voluntad están expuestas a grandes sufrimientos, sin embargo considera si alguna de ellas estuvo expuesta a mayores dificultades que la obra directamente mía - la obra de la Redención.  No debes preocuparte demasiado por las contrariedades (1643).

Santa Faustina: Vi a la Santísima Virgen (…), que se acercó  a mí (…) y me dijo estas palabras: Sé valiente, no tengas miedo de los obstáculos engañosos, sino contempla atentamente la Pasión de mi Hijo y de este modo vencerás. (449).

María, Madre de la Misericordia, estate conmigo siempre, sobre todo en el sufrimiento, así como estabas en la vía dolorosa de tu Hijo.



R. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Se reza a continuación un Padrenuestro...


V ESTACIÓN: 
Simón Cirineo ayuda a Jesús a llevar la Cruz (...)

R. Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

 Jesús a Santa Faustina: Permito contrariedades para multiplicar méritos.  Yo no recompenso por el resultado positivo sino por la paciencia y el trabajo emprendido por mí (86).

Santa Faustina: Oh Jesús mío, tú no das la recompensa por el resultado de la obra, sino por la voluntad sincera y el esfuerzo emprendido; por lo tanto estoy completamente tranquila, aunque todas mis iniciativas y mis esfuerzos quedaran frustrados, ni fueran realizados jamás, si hago todo lo que está en mi poder, lo demás no es cosa mía (952).

 Jesús, Señor mío, que cada pensamiento, cada palabra, cada actividad sean emprendidos sólo por amor a tí.  Purifica mis intenciones.



R. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Se reza a continuación un Padrenuestro...



VI ESTACIÓN: 
La Verónica limpia el rostro de Jesús (....)

R. Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Jesús a Santa Faustina: Has de saber que cualquier cosa buena que hagas a cualquier alma, la acojo como si la hubieras hecho a mí mismo (1768).

Santa Faustina: Aprendo a ser buena de Jesús de Aquel que es lo bondad misma, para que pueda ser llamada hija del Padre Celestial (669). Un gran amor sabe transformar las cosas pequeñas en cosas grandes y solamente el amor da valor a nuestras acciones (303).

Señor Jesús. Maestro mío, haz que mis ojos, mis manos, mi boca, mi corazón... sean misericordiosos. Transfórmame en misericordiosa.



R. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Se reza a continuación un Padrenuestro...


VII ESTACIÓN:
 Jesús cae por segunda vez. (....)

R. Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Jesús a Santa Faustina: La causa de sus caídas está en que cuentas demasiado contigo misma y te apoyas muy poco en mí (1488). Debes saber que por ti misma no puedes nada (639). No eres capaz de recibir ni siquiera mis gracias sin mi ayuda (738).

Santa Faustina: Jesús no me dejes sola (..). Tú sabes, Señor, lo débil que soy. Soy un abismo de mise­ria, soy la nada misma. Por eso ¿qué habría de extraño si me dejaras sola y yo cayera si me dejaras sola? (1489). Por eso Tú, oh Jesús, tienes que estar continuamente conmigo como la madre cerca de su niño débil, y aún más (264). 

Que me apoye tu gracia, Señor, para que no caiga continuamente en los mismos errores: y si caigo, ayúdame que me levante y glorifique tu mi­sericordia.



R. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Se reza a continuación un Padrenuestro...


VIII ESTACIÓN:
Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén (...)

R. Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Jesús a Santa Faustina: Oh, cuánto me agrada la fe viva (1420). Deseo que haya en ustedes más fe en el momento actual (352).

Santa Faustina: Te ruego ardientemente, Señor, que dejes reforzar mi fe para que en mi gris vida cotidiana no me guíe según las consideraciones hu­manas, sino según el espíritu. Oh, como todo atrae al hombre hacia la tierra, pero una fe viva mantiene el alma en una esfera más alta y al amor propio le asigna el lugar que le corresponde, es decir, el último (210). 

Señor misericordioso, gracias por el santo Bautismo y la gracia de la fe. Vuelvo a llamar continuamente: ¡Señor, creo, aumenta mi fe!



R. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Se reza a continuación un Padrenuestro...


IX ESTACIÓN:
Jesús cae por tercera vez (...)

R. Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Jesús a Santa Faustina: Has de saber que el mayor obstáculo para la san­tidad es el desaliento y la inquietud injustificada que te quitan la posibilidad de ejercitarte en las virtudes (...) Yo estoy siempre dispuesto a perdo­narte. Cada vez que me lo pidas, glorificas mi misericordia (1488).

Santa Faustina: Oh Jesús mío, a pesar de tus gracias, siento y veo toda mi miseria. Comienzo el día luchando y lo termino luchando; en cuanto aparto una di­ficultad, en su lugar surgen diez por superar, pero no me aflijo por ello, porque se muy bien que éste es tiempo de la lucha y no de la paz. (606).

Señor misericordioso, te doy, lo que es mi propiedad exclusiva, es decir el pecado y la debi­lidad humana. Te ruego que mi miseria se aho­gue en tu insondable misericordia.



R. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Se reza a continuación un Padrenuestro...


X ESTACIÓN:
Jesús es despojado de sus vestiduras (...)

R. Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Santa Faustina: Jesús se presentó delante de mí inespera­damente, despojado de las vestiduras, cubierto de llagas en todo el cuerpo, con los ojos llenos de sangre y de lágrimas, la cara desfigurada, cu­bierta de salivazos. De repente el Señor me dijo: La esposa debe asemejarse al Esposo.

Santa Faustina: Entendí estas palabras en profundidad. Aquí no hay lugar para ninguna duda. Mi semejanza a Jesús debe realizarse a través del sufri­miento y de la humildad (268).

 Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón según tu Corazón.



R. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Se reza a continuación un Padrenuestro...


XI ESTACIÓN:
Jesús es clavado en la cruz (...)

R. Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Jesús a Santa Faustina: Discípula mía, ten un gran amor para aquellos que te hacen sufrir; haz el bien a quienes te odian (1628).

Santa Faustina: Oh Jesús mío, tú sabes qué esfuerzos son necesarios para tratar sinceramente y con senci­llez, con aquellos de los cuales nuestra naturaleza huye, o con los que nos hicieron sufrir consciente o inconscientemente, esto es imposible humana­mente. En tales momentos más que en otras oca­siones, trato de descubrirte a ti, Jesús, en aque­llas personas y por ti hago el bien para ellas (comparar 766).

Oh Amor purísimo, reina totalmente en mi corazón y deja amar lo que supera la medida hu­mana (comparar 328).



R. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Se reza a continuación un Padrenuestro...


XII ESTACIÓN:
Jesús muere en la cruz (...)

R. Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Jesús a Santa Faustina: Todo esto por la salvación de las almas. Reflexiona, hija mía, sobre lo que haces tú para su salvación (1184).

Santa Faustina: Entonces vi a Jesús clavado en la cruz.  Después de estar Jesús colgado en ella vi toda una multitud  de almas crucificadas con Jesús. Y vi la tercera muchedumbre de almas y la segunda de ellas. La segunda infinidad de almas no estaba clavada en la cruz, sino que las almas sostenían fuertemente la cruz, en la mano; mientras tanto la tercera multitud de almas no estaba clavada ni sostenía la cruz fuertemente, sino que esas almas arrastraban la cruz, detrás de sí y esta­ban descontentas. Entonces Jesús me dijo:

Jesús: Ves, esas almas que se parecen a mí en el sufri­miento y en el desprecio, también se parecerán a mí en su gloria; y, aquellas que menos se aseme­jan a mí en el sufrimiento y en el desprecio, serán menos semejantes también en mi gloria (446).

Jesús, Salvador mío, escóndeme en el fondo de tu Corazón para que alimentada con tu gracia pueda asemejarme a ti en el amor a la cruz y participar en tu gloria.



R. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Se reza a continuación un Padrenuestro...


XIII ESTACIÓN:
 Jesús es bajado de la cruz (...)

R. Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Jesús a Santa Faustina: El alma más querida para mí es la que cree fuer­temente en mi bondad y la que tiene confian­za plenamente; le ofrezco mi confianza y le doy todo lo que pide (453).

Santa Faustina: Acudo a tu misericordia, Dios compasivo, sólo Tú eres bondad. Aunque mi miseria es grande y mis ofensas muchas, confío en tu miseri­cordia porque eres Dios de misericordia y desde tiempo inmemorial nunca se ha oído, ni el cielo, ni la tierra recuerdan que un alma confiada en tu misericordia haya quedado decepcionada. (1730)

Jesús misericordioso, cada día multiplica en mí la confianza en tu misericordia para que siempre y en todas partes dé testimonio de tu bondad y tu amor infinito.


R. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Se reza a continuación un Padrenuestro...


XIV ESTACIÓN:
 Jesús es puesto en el sepulcro (...)

R. Te adoramos, Señor, y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo.

Jesús a Santa Faustina: Aún no estás en la patria; así pues, ve fortalecida con mi gracia y lucha por mi reino en las almas humanas y lucha como una hija real y recuerda que pronto pasarán los días del destierro, con ellos la oportunidad de adquirir méritos para el cielo. Espero de ti (...) un gran número de almas que glorifiquen mi misericordia durante toda la eternidad (1489).

Santa Faustina: A cada alma que me has confiado, oh Jesús, procuraré ayudarla con la oración y el sacrificio, para que tu gracia pueda obrar en ella. Oh gran Amante de las almas, oh Jesús mío, te agradezco por esta gran confianza, ya que te has dignado confiar estas almas a nuestro cuidado (245).

Haz Señor misericordioso, que no perezca ni una sola alma de las que me has confiado. 


R. Señor, pequé, ten piedad y misericordia de mí.

Se reza a continuación un Padrenuestro...


ORACIÓN PARA DESPUÉS DEL VIACRUCIS

Jesús mío, mi única esperanza, te agradezco este gran libro que has abierto delante de los ojos de mi alma. Este gran libro es tu Pasión afrontada por amor hacia mí. De este libro he aprendido cómo amar a Dios y a las almas. En él están encerrados inagotables teso­ros (...). Oh Jesús, que pocas son las almas que te en­tienden en tu martirio de amor (...). Feliz el alma que ha entendido el amor del Corazón de Jesús (304).